Todos sentimos un anhelo por conectar con nuestro interior desde lo más profundo. Estar ubicados desde un lugar sereno, tranquilo, en el que sentirnos nosotros mismos. Descansar en la paz de lo que realmente somos, lo que nos gusta hacer o sentir.

Sin embargo, no lo tenemos fácil en esta sociedad hiperestimulada en la que nuestros sentidos se ven arrastrados una y otra vez hacia allí donde nos van llamando: las redes sociales, la televisión, lo que quieren los amigos, lo que necesita la familia… y poco a poco vamos olvidando que estamos allí desatendiendo nuestra esencia, nuestra paz.

En nuestra sociedad occidental es necesario dedicar unos minutos al día para estar con nosotros sin que nada nos interrumpa. Para algunos puede ser meditar, descansar cerrando los ojos y estando atento a lo que nos pasa, mientras que para otros es orar. De lo que se trata es de crear un espacio de silencio, intentar apartar los pensamientos y dejar que fluya lo que hay. Es quedarnos con nosotros, estar y permanecer para habitarnos por fin.